A lo largo de la vida del niño, una de las áreas que más preocupa a todos los padres es la de la salud. Ya desde los primeros días del niño, los padres se preocupan por sus constantes controles y chequeos, llevan el riguroso cronograma de vacunas y siguen al pie de la letra las recomendaciones del pediatra. Llega la época de la escuela y los padres se preocupan de igual forma por el bienestar de los niños. Es la época de los seguros médicos escolares y también de los seguros familiares, no hay duda en tomar uno de ellos o los dos si es necesario. Sin embargo, el niño nunca está libre de enfermedades o malestares que se inician con un pequeño síntoma como un dolor, una sensación o un poco de debilidad. Incluso hay enfermedades que no presentan síntomas, pero los padres –sobretodo la madre- tienen afinado el sexto sentido y saben que su hijo está enfermo por algún cambio en su comportamiento regular. Quizá una de las enfermedades más frecuentes durante la niñez sean los dolores de cabeza o cefaleas. Yo mismo las padecí constantemente y los niños muchas veces no lo anunciamos.
Imagen tomada de Flickr por Jean Paul y Mimi
Las estadísticas son altas en esta dolencia. Se dice que el 50 % de los niños en edad de escuela primaria padecen algún tipo de dolor de cabeza, ya sea un dolor de cabeza simple, episodios repetidos o incluso migrañas. Los dolores de cabeza en el niño son más o menos característicos y se sienten a modo de un pulso que golpea y golpea en algún lado específico del cerebro, es como si el latido del corazón se hubiese trasladado al interior del cerebro.
El dolor, generalmente viene acompañado de náuseas, aunque no haya una razón específica para el vómito, molestias en el estómago, mareos y mayor sensibilidad a los estímulos exteriores del medio ambiente como los olores, la luz y sobre todo los ruidos. Estos dolores varían en su duración y podemos estar hablando tan sólo de minutos, horas o incluso días. La mayoría de estos dolores de cabeza, tiene un origen externo, respecto al cráneo. Se originan más bien en el sistema de nervios, músculos y vasos sanguíneos que rodean la cabeza y el cuello.
Generalmente, son los músculos y los vasos sanguíneos circundantes los que se inflaman y comienzan a ejercer presión sobre los nervios y estos comienzan a mandar menajes de dolor hacia la zona del cerebro. Se habla mucho de un exceso de horas frente a la televisión, el ordenador e incluso a los videojuegos y de un número escaso de horas de sueño, además de una dieta mal llevada. Pero hay otro gran sector de pediatras que atribuyen la mayor parte de culpa al stress. En efecto, en este punto, habría que detenernos a analizar un poco cómo suceden las cosas. Para empezar, el niño no escapa al stress. Debe comportarse de acuerdo a ciertas normas tanto en la casa como en la escuela, debe comer lo que le indican, vestirse como le señalan, hacer sus deberes tanto en la escuela como en el hogar, debe traer buenas calificaciones. Se espera bastante de él, y eso para hablar sólo de los aspectos positivos. Si hablamos de los negativos podemos decir que el niño puede estar acarreando problemas en la escuela, puede estar siendo hostilizado por algún compañero o ser hijo de padres separados, violencia familiar, etc.
Imagen tomada de Flickr por marcelodobrasil
Uno de los efectos del stress, consiste en tensar toda la zona muscular que agrupa al trapecio y el cuello, además de otras zonas de la espalada principalmente. Junto con esta constricción, se ven envueltos los vasos sanguíneos y nervios de la zona, por tanto el cerebro recibe menor aporte de oxígeno. Por otra parte, esa energía acumulada se debe liberar por algún lado y el dolor de cabeza común es la vía elegida para su disipación. Este mismo mecanismo también le puede ocurrir a un adulto. Una buena solución para esto es el masaje sobre la zona del trapecio y sobre todo del cuello, inmediatamente, usted notará como hay algún punto que parece conectarse directamente con el área de la cabeza que sufre el dolor. Es en ese punto donde hay que incidir con el masaje de relajación. También ayuda el recostarse, que el niño esté relajado, de preferencia en una habitación con luz baja y fresca. Se le puede colocar compresas frías en la frente y zona de la nuca y hacer que lleve un ritmo respiratorio relajado y profundo. De seguro se dormirá y al despertar ya habrá remitido el dolor. Si los dolores persisten es conveniente consultar al pediatra antes de auto medicar.