¿Es capaz el futbol de crear personas?
Academias en busca de los futuros Zidanes
Revisando la prensa deportiva de tirada nacional, más en concreto madrileña, no pude si no asombrarme ante cierto anuncio publicitario que, robando uno de los laterales de página y los grandes titulares del deporte rey hacía la siguiente alocución: “Para ser un gran futbolista no es suficiente con jugar todos los días al fútbol”. Ante tal AFIRMACION me dispuse a “comerme” (mejor dicho leer) la totalidad del anuncio con la esperanza de encontrar en él alguien que hablase sobre las bondades y la necesidad de primero crear personas para después crear grandes profesionales del patada-pelota.
Mis ojos iban repasando cada una de las grises palabras en busca de un significado conexo, y a la vez casi espiritual, de la formación de nuestros jóvenes, en especial de nuestros hijos. (Ya que el anuncio iba íntegramente enviado hacia los padres). La perplejidad empezó, poco a poco, a dibujarse en mi rostro pues el anuncio, que yo consideraba más cercano a la orientación personal y al fomento de las habilidades propias, no era más que un alegato a la necesaria obligatoriedad de los niños del presente por aumentar sus capacidades técnicas y cualidades futbolísticas si pretendían llegar a ser alguien en el mundillo futbolero.
¡No puede ser! Pensé en un primer momento al terminar de leer por primera vez, y por completo, este anuncio. Intentando dar una segunda oportunidad, y confiando en la bondad del ser humano, repasé por segunda vez, e incluso con más atención y delicadeza que en la primera, palabra por palabra, cada una de las mismas que se iban agolpando antes mis ojos sin dejar de encontrar, para mi estupor, más allá que el, para mí, desconsolante significado que había encontrado en la primera lectura.
Y no es que yo me encuentre en contra de la mejora y el perfeccionamiento de la técnica de aquellos que sueñan con llegar a ser los Zidanes del futuro. ¡Válgame el cielo intentar poner en mí tamaña blasfemia! Si bien todo lo contrario. Debe ser el objetivo de este tipo de escuelas la creación de emblemas mundiales que, pese a los fallos terrenales que puedan tener y de los que todos fuimos espectadores de excepción en cierta final mundialista de cuyo nombre no quiero acordarme, son embajadores de buenas intenciones y reclutadores para las mismas de todo su poder mediático y monetario al alcance de su mano.
Quizás este sea el motivo porque el que creo que este tipo de “Academias de Perfeccionamiento Futbolístico” no deberían dedicarse únicamente a la mejora de la calidad futbolística de nuestros alevines. Mas bien el reclamo de convertir a estos niños-jóvenes en personas con buenas intenciones y criterios, y también en buenos profesionales del balompié por supuesto, animaría a más padres y madres a dejarles caer por sus academias para perfeccionar su educación, personal en general y futbolística en particular, donde el dinero que costase quedaría en un segundo plano.
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